Al terminar el verano muchas personas sufren algunos síntomas de ansiedad o de depresión cuando tienen que volver a la rutina laboral con todo el estrés que implican los extensos horarios de trabajo, el tráfico de cada día, la presión por producir, cerrar tratos, resolver problemas, etc.
¿Por qué sucede esto?
Estos síntomas postvacacionales no surgen de la nada, sino que son resultado de una gestión poco saludable de los problemas cotidianos y de las emociones. Dicha gestión pasa a un segundo plano mientras estamos descansando o distraídos en otras actividades durante nuestras vacaciones, sin embargo, al volver a enfrentar aquellas situaciones que nos causan problemas o estrés, las molestias reaparecen e incluso pueden agravarse debido a ciertas creencias negativas e irracionales. Nos decimos: "No quiero ir trabajar", "¿Por qué tengo que volver?", "Esto es horrible", "Seguro que tengo muchísimo trabajo"
Esta visión catastrófica de la situación y nuestra resistencia a aceptar algunos problemas como parte de la realidad en que vivimos dificulta nuestra reentrada laboral. Es decir, si nos centramos más en lamentarnos que en buscar una adaptación rápida a la situación, es probable que convirtamos una situación desagradable como es volver a un trabajo estresante, en un periodo mucho más largo largo y molesto de lo que es en realidad.
¿Cómo enfrentar este periodo?
Para combatir algunos de los síntomas que sufrimos tras las vacaciones es importante enfocarnos en resolver cuestiones prácticas, centrarnos en las soluciones de los problemas y no en lo mucho que nos disgustan los mismos (piensa que siempre podría ser peor y que no tuvieras un trabajo al que volver). Por otra parte, es un buen momento para revisar nuestra organización personal y laboral, de manera que podamos programar de una forma más eficaz todas nuestras tareas, compromisos y responsabilidades, sin olvidar el tiempo de ocio.