Siguiendo la línea de la publicación “¿Qué son las emociones?”, hoy nos detendremos a conceptualizar una emoción concreta: la tristeza. Para ello, incidiremos sobre qué función tiene, como la percibimos, como actuamos al sentir esta emoción y cuáles son sus expresiones más frecuentes.
La palabra tristeza proviene del latín “Tristitia”, y es la emoción básica opuesta a la alegría.
Se caracteriza por un estado interno de malestar, bajada del estado del ánimo, falta de energía, falta de confianza y sensación de vulnerabilidad.
Esta emoción puede activarse por muchas razones, pero en general va ligada a las pérdidas (de objetos, personas, trabajos, estilos de vida, vínculos…).
La función de la tristeza es invitar a quién la siente a pararse, reflexionar y poner atención a aquello que pueda estar sucediendo para poder ir aceptando la situación y posteriormente transformarla. Por ello es habitual que, ante la tristeza, tengamos la necesidad de estar más inactivos y aislados.
Muchas veces ante el primer impacto es habitual que la persona intente evitarla debido a que es una emoción que genera dolor emocional. El problema es que si actuamos siempre desde la evitación no se acabará de marchar y puede seguir apareciendo hasta que estemos dispuestos a sentirla y aceptarla, y para ello es necesario dejar pasar tiempo y en consecuencia tener paciencia.
Otras funciones más positivas de la tristeza pueden ser: el aumento de la cohesión social y el altruismo, el aprendizaje de errores cometidos, la elaboración de una pérdida, saber valorar los buenos momentos…
La energía de la tristeza es de aislamiento en sí misma, tiene una tendencia introvertida, nos hace parar, reflexionar y sentir aflicción. Generalmente a nivel físico solemos sentir como una sensación de opresión, pesar, pena, abatimiento e incluso dolor. Se suele percibir en diferentes partes del cuerpo, pecho, espalda y piernas. Lo más habitual es que sea en forma de presión en el pecho, nudo en la garganta, peso en la espalda, fatiga general, sensación de vacío, falta de vigor…
La expresión de la tristeza más evidente es el llanto y las lágrimas, pero también encontramos otras como: expresión facial de seriedad, falta de humor, aislamiento, desconexión y apatía.
Es importante destacar que la tristeza tiene diferentes grados de intensidad; desde un ligero malestar hasta un dolor emocional profundo que sería un estado deprimido.
Generalmente se considera a la tristeza como una emoción negativa pero no es del todo así. Siempre y cuando no se experimenten estados de ánimo depresivos, es decir, que no se trate de una tristeza muy intensa, profunda y duradera, esta emoción nos ayuda a tomar conciencia, acceder a aspectos profundos de nuestro ser, reflexionar sobre nuestro pasado presente y futuro, valorar aquello que realmente nos importa, nos ayuda también a ponernos en contacto con nuestras vulnerabilidades, limitaciones e imperfecciones pero también nos conecta con sentimientos muy humanos como la empatía o la compasión.
Si por el contrario observamos que se alarga mucho en el tiempo, produce un dolor muy profundo y lleva a una inacción muy acentuada, esta emoción está dejando de ser adaptativa y sería recomendable buscar ayuda de un profesional.
Bibliografia:
Lega, L & Sorribes, F (2013) Una nueva guía para manejar sus emociones, manual y ejercicios prácticos de Terapia Racional Emotiva Conductual - TREC. Institut Ret, Barcelona.
Llenas, A, (2018) Diario de las emociones. Fanbooks, Barcelona.