Aunque el uso de la palabra adicción está completamente extendido y asentado en nuestro vocabulario cotidiano, la verdad es que se trata de un termino muy difícil de definir y que ha generado un extenso debate desde sus primeras conceptualizaciones. En algunos casos, usar la palabra adicción a la ligera puede mantener escondidos ciertos problemas reales, que deberían ser tratados con ayuda terapéutica, y, en otros, puede suponer un estigma. Por esta razón, es importante entender qué significa realmente una adicción, y cuáles son sus componentes fundamentales, de manera que podamos aprender a identificarla, ya sea en nosotros mismos o en nuestros allegados.
El origen de la palabra proviene del termino latín addictio, que se utilizaba para definir el acto judicial por el que un deudor se convertía en el esclavo de la persona con la que tenia la deuda. Esto ya nos da una primera idea del origen de su significado. Hoy en día, su uso común ha evolucionado hasta el simple hecho de estar atado a algo, ya sea en forma de deseo, pasión o dependencia (Rosenthal y Faris, 2019). Dada la ambigüedad de su uso social actual, a continuación, nos proponemos recapitular las definiciones con más consenso psicológico, para poder dar forma a lo que significa realmente la adicción, porqué se da y cómo tratarla.
La primera formulación que reunió consenso fue la de Aviel Goodman (1990), que definía la adicción como un proceso en el cual un individuo, ya sea en búsqueda de placer o para evitar malestar, se ve inmerso en un patrón donde fracasa repetidamente en los intentos de controlar su comportamiento pese a que este le esté causando consecuencias negativas.
Una conceptualización más reciente, proviene del exhaustivo trabajo de West y Brown (2015), donde definen la adicción como una condición crónica que consiste en la repetición de una fuerte motivación por llevar a cabo un comportamiento que aporta una recompensa, fruto de haberse iniciado previamente en ese comportamiento determinado y que, además, tiene un potencial importante de hacer daño a la persona. A diferencia de la definición más convencional, donde se pone el foco en la pérdida de control, en esta formulación se pone de manifiesto la fuerza motivadora como componente esencial de la adicción. West y Brown entienden que poner el foco en los intentos repetidos de controlar el comportamiento adictivo puede llevar a excluir de la definición a adicciones con el potencial de causar daño, pero sobre las que aún no se ha ejercido un intento de control.
En estas definiciones ya se pueden vislumbrar algunos de los componentes claves de la adicción. Otro concepto que está presente en cualquier adicción es el de la dependencia. Se trata de una reacción fisiológica o psicológica que se da en el organismo ante el uso repetido de una sustancia o actividad con potencial adictivo. Esta dependencia provoca que la persona continúe consumiendo una sustancia o embarcándose en un comportamiento hasta el punto de desarrollar lo que se denomina como tolerancia. Ello implica que a medida que una persona necesita envolverse cada vez más intensamente en los comportamientos adictivos para poder obtener los mismos efectos que inicialmente, de modo que cada vez aumenta más esta tolerancia. Esto provoca un círculo vicioso que lleva a la persona a consumir más o repetir cierta actividad para evitar el síndrome de abstinencia, que se da en forma de forma de reacciones adversas, tanto físicas como psicológicas, en ausencia de la sustancia o actividad adictiva.
Explicar lo que supone una adicción también nos lleva a distinguir entre sus distintas categorías. Por un lado, existe la adicción a sustancias, como podrían ser cualquier tipo de droga (incluyendo medicamentos, alcohol, tabaco y drogas ilegales) y por otro, las adicciones conductuales, entendidas como una serie de comportamientos, que, pese a no incluir el consumo de ninguna sustancia, pueden tener también cierto potencial adictivo (juego, sexo, ejercicio, videojuegos, trabajo, comida o las redes sociales). En las próximas publicaciones hablaremos más detalladamente de cada una de ellas, para entender mejor cuáles son los aspectos que comparten y en qué se diferencian.
Para aprender a detectar si un comportamiento está siendo adictivo, podemos hacer uso de las definiciones anteriores, estando especialmente atentos a posibles cambios de conducta motivados por el único propósito de seguir consumiendo o realizando las actividades adictivas. Aún así, es importante señalar que lo que puede ser adictivo para un individuo no tiene porque serlo para otro y que algo que supone un potencial adictivo muy bajo en un determinado momento puede convertirse en un problema de adicción significativo si las circunstancias cambian. Esto se debe a que las adicciones son un proceso bio-psico-social, donde intervienen e interactúan las siguientes áreas (Griffiths, 2005):
- Predisposición genética:
La predisposición genética se refiere a la mayor probabilidad a desarrollar una condición debido a la presencia de una o más variantes genéticas.
- Perfil psicológico:
El perfil psicológico de una persona engloba sus rasgos de personalidad, así como las motivaciones, creencias y aprendizajes que haya obtenido durante su historia de vida.
- Entorno:
El entorno incluye todo lo que rodea a la persona, ya sea el entorno familiar, educativo o social, así como las características estructurales de la cultura en la que vive.
- Naturaleza de la propia actividad o sustancia
La naturaleza de la propia actividad o sustancia hace referencia al potencial adictivo que pueda tener cada tipo de comportamiento.
Dado que el origen y mantenimiento de una adicción es fruto de la interacción entre estas áreas, para poder tratarla es necesario aplicar un enfoque individualizado que pueda responder a la heterogeneidad de cada adicción. A mayor individualización del tratamiento, mayor efectividad tendrá (McLellan et al., 1993). De ahí que el marco psicoterapéutico ofrezca un escenario ideal para tratar este tipo de problemas, ya que puede asegurar que los pacientes reciban este tipo de asistencia. La terapia cognitivo conductual, por ejemplo, ha sido validada científicamente como un tratamiento eficaz para la adicción, dado que ayuda a los pacientes a desarrollar estrategias de afrontamiento específicas para cada caso. Considerando la importancia del entorno en las adicciones, la terapia familiar también es un tratamiento a contemplar, ya que trabaja para mejorar el entorno familiar y ofrecer puntos de apoyo a la persona. Además, las técnicas motivacionales como la Entrevista Motivacional (Miller, 1999) serán claves para potenciar la adherencia al tratamiento y que las personas puedan recuperar el control sobre sus vidas (National Institute of Drug Abuse, 2023).
Bibliografía:
Goodman, A. (1990). Addiction: definition and implications. British journal of addiction, 85(11), 1403-1408.
Griffiths, M. (2005). A ‘components’ model of addiction within a biopsychosocial framework. Journal of Substance use, 10(4), 191-197.
McLellan, A. T., Arndt, I. O., Metzger, D. S., Woody, G. E., & O'Brlen, C. P. (1993). The effects of psychosocial services in substance abuse treatment. Addictions Nursing Network, 5(2), 38-47.
Miller, W. R., & Rollnick, S. (1999). La entrevista motivacional. Barcelona, Spain:: Paidós.
NIDA. 2023, September 25. Treatment and Recovery. Retrieved from https://nida.nih.gov/publications/drugs-brains-behavior-science-addiction/treatment-recovery on 2024, April 26
Rosenthal, R. J., & Faris, S. B. (2019). The etymology and early history of ‘addiction’. Addiction Research & Theory, 27(5), 437-449.
West, R., & Brown, J. (2013). Theory of addiction.